viernes, 19 de julio de 2013

Capítulo 9

Habían pasado varios días desde aquel incidente con el guardia. Por tercera vez me enviaron al mismo despacho, donde me esperaban Kreek y Bain para decirme que tras escuchar mi testimonio y examinar el lugar de los hechos habían determinado que yo era inocente. Aunque los tres sabíamos que la razón por la que no me castigaban era la proximidad del concurso. Con apenas unas semanas para el concurso, no les interesaba perder a una concursante. Además castigarme era algo innecesario teniendo en cuenta que soy una concursante. Por otro lado seguro que les encantaba tener a una concursante sospechosa de asesinar a un guardia. Así el concurso seria más emocionante.

Aunque mi indulto era algo importante, durante esa breve reunión había algo que captaba mi atención: Bain, la única persona que se había preocupado de mí, la única que parecía sentirse culpable por lo que iba a pasarme. Nos dirigimos algunas miradas en los pocos momentos en los que Kreek parecía despistado. Me pregunto qué puede hacer que alguien como Bain, un trabajador del concurso, se preocupe por alguien como yo, una concursante más.

Me mandaron a mi celda y al día siguiente, y durante el resto de la semana, me sacaron para practicar, esta vez acompañada por un clon.

Sin darme cuenta las semanas pasaron y el concurso estaba a punto de comenzar. Lo primero eran las rondas eliminatorias. Al principio eran 22 los concursantes. Con estas rondas ese número se reducía a 11. Nunca he sabido muy bien por qué hacían 11 combates de dos personas en vez de elegir simplemente a 11 cada año. Supongo que sirve para sacar a los mejores concursantes de entre algunos criminales.
Por lo general estos combates tenían lugar en espacios cerrados. Las armas eran diversas aunque solían ser cuchillos o lanzas, y nunca armas de fuego o cualquier otra clase de armas que impida el combate cuerpo a cuerpo.
En principio no hay un mínimo o un máximo de duración en estos combates; tu objetivo es matar a tu oponente. Aún así, si no recuerdo mal, si los combates se alargaban mucho, podría haber intervención por parte del concurso para que el combate acabara.

Y el día llegó. La puerta de mi celda se abrió y dos guardias, humanos, me dijeron que hoy era mi ronda eliminatoria. No tuve miedo. Me decía a mí misma que no debía tenerlo porque no importaba el resultado. Tanto si ganaba como si perdía me esperaba la muerte.
Me llevaron por un pasillo, el mismo en el que estaba la puerta por la que entré en la primera prueba que me hicieron. Esta vez entré por otra puerta.
La sala era grande. Las paredes y el suelo eran de cemento y dos grandes focos en el techo iluminaban la sala, que se parecía a un almacén. En el suelo había pintadas dos líneas negras, una enfrente de la puerta y otra unos metros más allá enfrente de la línea.

Mi oponente entró detrás de mí. Aunque al principio me asustó, ninguna de las dos teníamos ningún arma todavía así que sabía que no me iba a atacar, al igual que ella era consciente de que yo tampoco lo haría.
Su piel era muy blanca. Era de estatura normal, mas o menos igual de alta que yo. Aunque era delgada pero estaba fuerte. Su cabeza estaba rapada y sus ojos eran azules. Mediante un megáfono una voz nos dijo que nos pusiéramos una en cada línea.
Mientras avanzábamos hacía nuestros respectivos puestos, no pude evitar dirigir algunas miradas de desconfianza a mi oponente, la cual no dejo de mirarme con una mezcla de furia y desprecio.

La voz siguió hablando diciéndonos las reglas:
-El combate acabaría cuando una muriera.
-No habría armas de fuego-
-Las armas que podríamos utilizar serían espadas, cuchillos y hachas.
-Las armas nos serían dadas a medida que avanzara el combate,sin previo aviso.
-Antes de empezar el combate sonarían tres pitidos cortos, y cuando sonara un cuarto pitido más largo, comenzaría.

Dicho esto pasaron unos segundos hasta que sonaron los tres pitidos. Cuando sonó el cuarto tarde unos segundos en reaccionar pensando que hacer. Esto fue aprovechado por mi rival quien ya había llegado donde yo estaba. Me dio un puñetazo y después una patada que me lanzó al suelo. Entonces se puso encima mía y continuó dándome puñetazos. Por fín reaccioné y bloqueé su brazo con el mío y le propiné un puñetazo en la cara. De un segundo puñetazo me la quité de encima. Fue entonces cuando vi algo flotando a unos metros: una espada.
Fue corriendo hacia ella. Cuando pensaba que iba a alcanzarla, la chica me puso la zancadilla y consiguió coger la espada que estaba a poco distancia de donde me había tirado. Al ver que ella tenía la espada y yo estaba desarmada hice lo único que podía hacer: alejarme de ella. Pero tras unos minutos haciendo esto y al ver que no aparecía ningún arma para mí, asumí que hasta que no me acercará y peleara con ella no me darían un arma. Dejé que se acercara. Intentó darme en el hombro con la espada pero conseguí apartarme y pisé la espada mientras le daba un puñetazo. Sujetando la espada con una mano, me devolvió el puñetazo. Y entonces vi a su espalda a poca distancia un hacha. Aunque no giró la cabeza se dio cuenta enseguida de mis intenciones y para evitar que fuera a por el arma, movía la espada de derecha a izquierda y de izquierda a derecha  intentando darme en el abdomen. Cuando llegamos a una pared esquivé el golpe y, agarrándole de la camiseta, la lancé contra la pared. Se quedó tirada en el suelo un momento. Entonces fui a por el hacha. Mire hacia atrás y vi que se levantaba y me perseguía. Corría más que yo y me alcanzaría en poco tiempo. Por fín llegué hasta el hacha, la cogí y girándome rápidamente le corte el cuello con ella. Al cabo de unos segundos dejó de respirar.

-Felicidades señorita Yina. Ha ganado la ronda eliminatoria, por lo que participará en el concurso.













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