lunes, 17 de septiembre de 2012

Capítulo 8

Me quedé de pie mirando su cuerpo. No parecía respirar. Estaba conmocionada. Era mi fin. Había matado a un guardia. No me iban a matar. Harían todo lo posible porque muriera en el concurso. No había posibilidad alguna de sobrevivir ya.
Pero no podía perder el tiempo. Puede que hubiera algún modo de librarme de ello. Con un poco de suerte yo no había sido la única concursante acosada por ese guardia. Aunque allí no hubiera cámaras tal vez si les decía lo que había pasado me creyeran. Por lo tanto tenía que hacer ver que había sido un accidente. Grité pidiendo ayuda y mientras esperaba a los guardias me puse los pantalones y atendí a aquel tipo. Le rompí la camiseta y le tapé la herida de la cabeza, que no tenía muy buena pinta. Sangraba mucho y no parecía que fuera a parar. Cogí su muñeca y busqué el pulso. Nada. Puse mi oreja en su pecho. Nada.
Los guardias llegaron justo a tiempo, impidiendo que me pusiera a llorar y a lamentar el error que había sellado mi destino.
Una lluvia de insultos y deseos de mi muerte llegaron a mis oídos cuando los guardias vieron el porqué de mi llamada.
Uno de ellos me cogió y me llevó a mi habitación a petición de su compañero, que prometía cortarme el cuello si no desaparecía de su vista.
Me metió de un empujón en la celda.
-Estás muerta-me dijo mirándome iracundo
-Lo estaba antes de que esto pasara.
Una breve sonrisa sarcástica se dibujó en su rostro.
-Antes tenías alguna posibilidad.
La puerta se cerró a sus espaldas y yo me quedé sentada en el suelo intentando pensar como debería sentirme. Había sido un accidente y debería sentirme culpable para que vieran mi arrepentimiento. Pero la verdad, en parte me alegraba que hubiera pasado. Había librado a futuras concursantes de una tortura peor que el concurso. En el concurso te harían cosas inimaginables, te enfrentarían a pruebas sinsentido, pero cuando volvieras a tu celda siempre podrías pensar que has luchado por tu vida. Que aunque seas como una rata en un laberinto habías luchado y eso te daba honor. Podrían intentar hacerte muchas cosas pero siempre los mirarías con la cabeza bien alta porque has conseguido luchar. Pero ese tío...sin armas y con la ley de su parte...seguro que muchas chicas tuvieron que consentirle lo que me quería hacer a mi solo por miedo al castigo que pudieran imponerle los altos cargos.
Estaban tardando demasiado. ¿A nadie le importaba que hubiera matado a un guardia?
Pasaron dos horas que parecieron dos años hasta que unos guardias me sacaron y me llevaron al mismo despacho en el que me encontré con Kreek y Bain.Por alguna razón, esta vez los guardias no entraron. Aunque debería haber estado asustada la verdad es que estaba bastante tranquila. No me podían hacer nada peor. El concurso en si era una tortura y si me mataban me estarían haciendo un favor. Pero seguro que tenían alguna sorpresa preparada.
La puerta se abrió y allí estaban. Kreek me miraba con una expresión dura y Bain me dedicó una mirada triste y miró hacia el suelo.
Me senté.
-¿Tiene idea de lo que ha hecho?- me preguntó Kreek
-Ha sido un accidente.
-Resulta que casualmente matas a tu guardia. Pero no tiene nada que ver con que pudieras escarparte.
-No me he escapado
-¡Porque nuestros guardias te han pillado antes!-Kreek se levantó y dio un golpe en la mesa- ¡Creías que podrías escapar!
-¡Déjala ya!-le espetó Bain levantándose. Kreek lo miró furioso y el bajó la cabeza- llamó a los guardias para que intentaran salvarlo. Si hubiera querido escapar lo hubiera hecho antes.
Kreek pareció calmarse, aunque dudo mucho que le perdonara a Bain aquel acto de rebeldía.
-Esta bien. Quiero que le relate detalladamente todo lo sucedido al señor Bain. Y si miente se le aplicará el castigo acorde al delito cometido.
Se fue y me quedé sola con Bain.
Los dos nos miramos en silencio. La grabadora salió de la mesa. Detuve su mano a punto de encender la grabadora. Le miré. Cualquier otro hubiera hecho que me castigaran por tocarle. O hubiera apartado la mano. Pero él no. El me cogió delicadamente la mano. La aparté rápidamente.
-Gracias por defenderme.
-No hay de qué.
Iba a encender la grabadora pero se detuvo.
-No podré impedir que te castigue si decide hacerlo.
-Lo se.
Encendió la grabadora y yo empecé a contarle lo sucedido.

3 comentarios:

  1. No he leído la historia completa, pero este capítulo suelto me ha gustado mucho, y más o menos puedo imaginarme el contexto. Voy a leer más.

    http://atlantis2050.blogspot.com

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    1. Gracias por leerlo me alegro de que te haya gustado. Ya me contarás, un beso. Por cierto creo que tu no has leido este capitulo completo, acabo de acabarlo
      Un beso

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  2. gracias por el comentario!!! me alegro que te guste mi blog. un abrazo

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